Frasco de Lágrimas

Esta tarde mientras desempacaba algunas cosas que tenía olvidadas en el rincón mas oscuro de la biblioteca encontré mi viejo frasco de lágrimas. Este objeto ha estado en mi familia a lo largo de muchas generaciones y todas esas generaciones han depositado sus propias lágrimas dentro de él. El frasco ha recibido lágrimas  a causa de la hoguera, la guerra,  la persecución,  el exilio,  el amor y  la muerte. Y claro, ustedes se preguntaran que hace un objeto como este entre mis manos; permítanme contarles la historia:

Mi familia  tiene su origen en la niebla; venimos de un pueblo incrustado en las montañas altas. Mis padres y mis madres llamaban a la lluvia para aliviar las penas de su pueblo; con una gota de lluvia podían frenar el hambre o el pesar del corazón. Todos ellos conocían la voz de la niebla y platicaban con ella en las mañanas y en el atardecer, le contaban sus tristezas o sus alegrías, le cantaban canciones y bailaban entre ella.

Cuenta la historia que una de mis madres se enamoró perdidamente de un viajero, él no pertenecía al pueblo; no hablaba el idioma de la niebla pero conocía al viento y a la lluvia y también se enamoró de aquella pálida mujer con mirada de tormenta. Lamentablemente su relación era imposible como ustedes se imaginarán. Una mujer de la niebla no podía unirse a un extranjero por ninguna razón.

Así que a pesar de todos sus esfuerzos la vida les dio la espalda y en vez de unirlos cada vez los separaba un poco más. Ella trató de huir con él y hacer valer su voluntad pero fue descubierta antes de llevar a cabo el escape; a pesar de que el viajero luchó por quedarse a su lado no pudo impedir que se la arrebataran, pero antes de que eso sucediera aquel misterioso hombre depositó entre sus blancas manos el frasco de lágrimas, le pidió que lo escondiera; le dijo que cada vez que sintiera ganas de llorar metiera sus lágrimas en aquél recipiente  y lo dejara reposar  a la luz de la luna, cuando ella despertara  tendría que esconderlo nuevamente. Para el amanecer tanto las lágrimas como el dolor en el pecho habrían desaparecido. Ellos nunca más volvieron a encontrarse en esta vida y dicen que la madre dejó de usarlo, pues quería sentir el dolor que deja la ausencia, ella necesitaba madurar y forjarse en él para hacerse mas fuerte; ella murió llorando a su verdadero amor con el frasco entre sus manos; sin embargo el resto de la familia comenzó a usarlo – ellos provocaron el dolor pero se negaban a sentirlo-

Y así fue que llegó a nuestras manos y así fue que mis ancestros comenzaron a usarlo. Primero cuando las otras madres fueron quemadas por saber llamar a la lluvia, después por el fósforo líquido que caía entre sus cabezas y sus tejados, también lo usaron cuando fueron perseguidos y cuando fueron obligados a dejar su tierra y vagar por otras hasta encontrar un nuevo lugar al que llamar hogar. Lloraron en el exilio mientras cruzaban el mar, la selva y los valles; lloraron al desconocer las lenguas de quienes les dieron cobijo. Y el frasco de cristal pasó de un familiar a otro: Cuando las madres morían de parto, cuando las hijas y los hijos se quedaban quietos y confundidos mirando hacia una tumba fría; cuando los abuelos ardían entre la paja, cuando unos desaparecían sin dejar rastro y cuando otros partían buscando el norte; y todos y todas lloraban y sus lágrimas llenaban el frasco de cristal y a la siguiente mañana olvidaban su dolor, olvidaban los rostros, olvidaban la sangre. Pero hubo quienes se negaron a usarlo en memoria de la primera madre, ellos y ellas se negaron a olvidar lo que le daba forma a su presente. Y es que el olvido no es lo mismo que el perdón.

Cuando yo lo recibí estaba lleno de lágrimas de muerte, lleno de dolor y de silencios; ninguna lágrima hablaba sobre su razón de existir así que extraje la tapa de madera oscura, llamé a la lluvia y llamé al viento  y comencé a escuchar las lágrimas de mi familia mientras danzaba cubierta de niebla.

-Extraño a mi hijo / ¿donde está mi madre? / ¿mi padre sigue vivo? / ¿ellos estarían orgullosos de mi? / ¿alguna vez volveremos a vernos? /extraño…/… me duele / necesito / quiero / ¿porqué? / lo odio/ ella me odiaba/ no quiero volver a saber de él / quiero que esté conmigo/ nunca me quiso/  ¿porqué sigo vivo? / no pertenezco a este lugar /

Y las lágrimas hablaron dándole voz a mi sangre. Lágrimas de las montañas teutonas , de los caminos de Compostela, de los ríos de Cobán. Lágrimas con idiomas distintos, con dolores distintos, tan cercanas y a la vez tan lejanas a mi. Y esa noche lloré por todos y por todas, presté mis ojos y vacié el frasco. Las lágrimas cayeron al suelo y se hicieron una con las gotas de lluvia que formaron charcos y después el viento se las llevo lejos ¡tan lejos! de vuelta a sus montañas, sus caminos y sus ríos. Y mi sangre dejó de llorar, y yo dejé de llorar; guardé el frasco en una caja y lo olvidé.

Hoy lo puse en el sol para que el dolor pasado de mi familia se evapore también; me he negado a usarlo porque no quiero olvidar nada– a excepción del olvido-

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Fotografía y Texto de: Paola Klug / La Pinche Canela

11 comentarios en “Frasco de Lágrimas

  1. Sophy de Los Valles

    YO EMPEZARÍA
    A LLENARLO DE LAGRIMAS DE FELICIDAD Y DE RISA…. PARA HONRAR A MIS ANCESTROS EMPEZARIA A HACERLO DIFERENTE…

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  2. Abril Ortega

    Yo necesito un frasco de lágrimas, ¿puedo hacer el mío propio? si bien es cierto que el dolor fortalece, a veces, hay dolores, que de tan repetitivos pierden el sentido y no te fortalecen, te debilitan y te entristecen…

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  3. Abril Ortega

    Gracias, y de paso te felicito, tu narrativa es tan buena, que hasta el que declare que no le guste leer no podrá dejar de llegar al final de cualquiera de tus relatos, me recetaré uno diario como remedio o por lo menos como ansiolítico literario para estas tortuosas horas en que tu corazón y mente no se ponen de acuerdo en nada jaja, saludos!!

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